martes, noviembre 29, 2005

IMAGINARIO


Resulta que un día ocioso, sin llamadas telefónicas y sin cafés con los amigos, te pones a pensar en eso que dejaste, en eso que cambió tu vida, en eso que diste y que no te devolvieron.

Ésta tarde se me antojó pensar, arrepentirme y luego disfrutar.

Recordé el día en que descubrí unas nubecitas rosadas que cuando las metía a mi boc se deshacían dejando un sabor dulce.

Recordé el día en que una bolita del árbol de navidad, puesta en una chispita mariposa me podía arrancar un diente por morderla.

El mes en el que sentí un vacío en la habitación de mi mamá y que ahora ya desapareció.

El mes en que hice una gira mundial por México, Argentina, España, Rusia y Alemania, y todo el mundo me vió y me aplaudió al terminar de bailar.

El día en que mi ángel azul me quiso dar un beso y se quedó con mi mejilla.

El día en que repoblé la tierra con la misma historia de los Ticunas.

Los días en que puse sobre mis manos tus cicatrices y decidí cargarlas por más de un año.

El día en que conocí un Pinocho disfrazado de Pepe Grillo.

Los meses en que unas manos cansadas y envejecidas intentaban proterme de mí.

Los años en que fuí una heroína y logré, sin darme cuenta, que tu vida tuviera sentido porque estaba a tu lado.

El día en que viste fantasmas y me confundiste con una pera.

Los años en que me esmeré por aprender clave morce, la misma que ahora nadie entiende.

El día en que la democracia me dejó derrotada y por fuera de la celebración.

El último día en que mi amigo Félix estuvo a mi lado, sobre mi cama, y se despidió.

La semana en que mi amigo Félix vió los juego artificiales tomado de mi mano en el balcón de nuestro castillito blue.

El último día en que me miraste y a pesar de mis ruesgos te fuiste.

El día en que en un bosque de la china la chinita se perdió.

Los años en que una victoria se transformaron en derrota.

El año en que estuve en un purgatorio, ayudando a las almas en pena que ahora me quitan el sueño.

Los meses en que el mar de siete colores me envolvió muchas noches y me dejó enferma, por la sal marina, del corazón.

Los pocos días en que te entregué, en un libro con letras plateadas mis verdaderas intensiones, tu me entregaste las tuyas y al final entendimos que era un gran error. Te acuerdas, sólo hasta ése día te miré a los ojos.

El día en que volví a saldar cuentas pendientes y tú estabas dispuesto a pagarlas.

El día en que pasaste de vivir en un árbol a una catedral.

Los fines de semana en que conquisté el mundo con tu ayuda.

El domingo en que creí que una roca podría protegerme cuando me sentía vulnerable.

El sábado en que por obligación conocí los duentes, princesas y magos que te rodeaban.

Todos los no cumpleaños que olvidaste.

La noche en que viste lucesitas celestiales caer mientras me hablabas.

Recordé unas manos, unos ojos, una nariz y una boca de pin pon, el muñeco muy tieso de cartón que se lavaba las muelitas, se protegía de sus fantasmas nocturnos y dormía en un cajón.

Recordé un sueño que algún día fue cercano...

Por supuesto, terminé recordándote a ti, y pensé que sentía rabia porque otros personajes que no te conocían tanto como yo y no te querían tanto, resultaron ahora ser más cercanos que yo.

Nota: Ya que haz terminado de leer, podrás intuir que por tí, por ella y por él escribí éste papelón.

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