viernes, febrero 24, 2006

Decidí irme por un tiempo. Agarré mi mochila, en la que empaqué unos pocos pantalones, algunas camisetas y cuatro frascos vacíos.

Salí muy temprano, tomé un bus hacia el sur, y viajé por dos horas. Llegué a un lugar caluroso, donde ya había estado. Tomé una chalupa por un río caudaloso y de delfines rosados. Le pregunté a un campesino por los cruzados y me llevó donde ellos. Cuando llegué, me recibieron con desconfianza, me dieron una estera, unas hojas de plátano, me quitaron el celular (por eso no había podido llamarte) y me llevaron hacia una casa en la que me encerraron por tres días.

Ése día, el tercero, un hombre con las uñas pintadas de negro y los ojos achinados, me dió un brevaje, y tan sólo recuerdo el momento en que comencé a hablar y a llorar (soy como el chile verde, llorona). Cuando logré saber de mí, tenía las uñas pintadas de negro, una cicratiz justo en el antebrazo y un amarradijo con tres pepitas azules en el pie izquierdo. Ya era un cruzado, aquellas personas que son rezadas por seis chamanes para protegerlos de cualquier peligro y desasociego durante largas batallas. Con todo ésto llené mi primer frasco.

Al día siguiente me fuí hacia el norte, llegué donde Teodolindo, un Mamo muy anciano, encantador de serpientes, que años atrás me había regalado la fuerza de un tigre.

Estuve por dos semanas junto a él. Mambeó a mi lado, fumó tabaco y leyó mis hojas. Las tomé y puse mi destino en el segundo frasco.

Luego fuí a visitar las salinas, allí, un palabrero, a cambio de una dote, me dejó vivir en su ranchería. Desnuda, me bañaron ocho hombres en el mar, me sacaron y me dejaron diez minutos al sol envuelta en una manta pintada con sangre de chivo para fortalecer mi espíritu. El tercer frasco estaba lleno.

Ahora que estoy contigo, desnuda nuevamente, con mis tres frascos, te regalo el cuarto, con un poquito de los tres anteriores. Te los regalo para que junto a mí, trates de exorsisar tus demonios, yo ya lo hice con los míos.

Quisieras entonces estar conmigo????

(Aquí los números son importantes)

viernes, febrero 10, 2006

VETE ENTERANDO DE ALGO...

A pesar de odiar levantarme temprano, lo hago y te preparo el café, y recuerda que ya no tomo.

A pesar de llegar cansada, paso siempre por tu habitación y me quedo allí en silencio hasta la madrugada esperando a que vuelvas.

A pesar que tu ropa aún me queda grande, la uso para dormir en las noches en que suplico por un abrazo.

A pesar de cantar mal, te canto todas la mañanas, aunque dormida, esa canción que a mi no me gustaba; pero que a ti te ponía felíz.

A pesar de comprarte flores y llevarlas hasta tu nueva casa, no consigo una muestra de agradecimiento.

A pesar de llamarte y llorarte, tu no apareces...

Acaso estás lejos?

Ya no tenemos fotos juntas, ya no tengo con quién tomar café (creo que por eso lo dejé), ya no tengo a qué llegar a mi casa. Es verdad que vives tan lejos de mí?

Te acuerdas de la promesa que te hice hacer? Pues ahora quiero que la rompas¡¡¡Quiero verte sin asustarme, quiero que te sientes conmigo para ver cómo todo pasa.

Te estoy pidiendo que regreses, vuelve ya, vuelve a mi¡ No te quedes junto al abuelo y los fantasmas risueños. Vuelve a mi¡¡¡

Siempre fue una mentira que podía hacerlo sin ti, te mentí el día que te fuiste. La verdad no puedes estar tranquila porque yo no estoy bien.

Te estoy llamando, por qué no me oyes?, cómo vas a dejarme sóla aquí?

Y si me dejas ir a tu casa?. Prometo no fumar. Invítame¡, podríamos estar juntas. Yo podría tomarme la molestia de volver a empacar mi maleta y viajar hacia ti.

Por favor no te duermas, despièrtate ya, ven, arrúllame.

No me estas oyendo? Regresa, vuelve, te extraño. No te vuelvas a morir. Si lo haces ya no tendrè que llorar más noches sóla, por ti.