viernes, abril 13, 2007

POR RICARDO... FRIEDIRCH HÖLDERLIN

A LAS PARCAS
Dadme un estío más, oh poderosas,
y un otoño, que avive mis canciones,
y así, mi corazón, del dulce juegosaciado, morirá gustosamente.
El alma, que en el mundo vuestra ley
divina no gozó, pene en el Orco;
mas si la gracia que ambiciono logrami corazón,
si vives, poesía,
¡sé bien venido, mundo de las sombras!
Feliz estoy, así no me acompañenlos sones de mi lira,
pues por fincomo los dioses vivo, y más no anhelo.
Versión de Otto de Greiff

LA DESPEDIDA
¿Queríamos separarnos?
¿Era lo justo y lo sabio?
¿Por qué nos asustaría la decisión como si fuéramos a cometer un crimen?
¡Ah! poco nos conocemos,pues un dios manda en nosotros.
¿Traicionar a ese dios?
¿Al que primero nos infundió el sentido y nos infundió la vida, al animador,al genio tutelar de nuestro amor?Eso, eso yo no lo hubiera permitido.
Pero el mundo se inventa otra carencia,otro deber de honor, otro derecho, y la costumbre nos va gastando el almadía tras día disimuladamente.
Bien sabía yo que como el miedo monstruoso y arraigadose para a los dioses y a los hombres,
el corazón de los amantes, para expiarlo,debe ofrendar su sangre y perecer.
¡Déjame callar!
Y desde ahora, nunca me obligues a contemplareste suplicio, a
sí podré marchar en pazhacia la soledad,
¡y que este adiós aún nos penenezca!
Ofréceme tú misma el cáliz, beba yo tanto del sagrado filtro,
tanto contigo de la poción letea,que lo olvidemos todoamor y odio!
Yo partiré. ¡Tal vez dentro de mucho tiempovuelva a verte, Diotima!
Pero el deseo ya se habrá desangrado entonces, y apaciblesc omo bienaventurados nos pasearemos, forasteros, el uno cerca al otro conversando,divagando, soñando, hasta que este mismo paraje del adiós
rescate nuestras almas del olvido y dé calor a nuestro corazón.
Entonces volveré a mirarte sorprendido, escuchando como otrora el dulce canto, las voces, los acordes del laúd,y más allá del arroyo la azucena doradaexhalará hacia nosotros su fragancia.
Versión de Helena Araújo

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