lunes, agosto 20, 2007

RETRATO


Las señales son claras, siempre son buenos mensajes.

Cuando te tienes que ir... cuando quieres que se vayan... ASÍ SERÁ



Mirala.

Mirala¡¡¡¡¡

Mírala cuando la estés abrazando, cuando le estés dando un beso.

Puedes hacerlo y luego cerrar los ojos y volverlos a abrir hasta que ella quiera irse.

Si tú y los demás pueden darse cuenta... lleva puesta una faldita blanca y un camisita de tiritas rosada, pálida, tanto como el tono de su cara.

No lleva zapatos, en su lugar, los pies negros, con intensas manchas en la planta de los pies.

Ha caminado tanto y ha sentido tan poco durante su viaje...

Yo sé que ni tú, ni los demás se darán cuenta.

Le darás un beso y un abrazo y así lo harán los demás y la dejarán pasar, la dejarán ir.

Muy poco cansada, se sentará en una silla de metal, cruzará sus piernas, se soltará el pelo y se tomará un té que tenía guardado hace seis, tal vez más, años atrás y dejará de buscar.

Pasan y pasan tú y los demás. Ella los deja pasar. A cada uno le da un regalo, algunos le dan algo a cambio; pero con el tiempo, un año, tal vez dos, tal vez más, se lo quitarán.

Finalmente, sentada, por fin muy cansada de dar, llega otro tú y otros demás. Deslumbrados, limpian sus pies, le ponen un sombrero japonés y no se van.

La miran cuando la abrazan, cuando le dan un beso. Cierran los ojos y los abren y los vuelven a cerrar, y ella, de ellos, no quiso irse jamás y ellos, de ella, parece que ahora, tampoco lo harán.